ÉTICA PROFESIONAL Y EDUCACIÓN

Para comprender la importancia de la ética en el ámbito de la educación, es menester volver los ojos y el pensamiento a tiempos remotos para conocer la etimología de la palabra.
Ética proviene del griego éthicos y es la parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre. Conjunto de normas que rigen a la conducta humana. Ética profesional.

Cuando se habla de ética o ético, nos referimos por lo general a la conducta, al comportamiento, al proceder, a la actuación, a la conciencia, a la integridad, a la moral de una persona o de una organización.

Ética a Nicómaco es una obra de moral que Aristóteles dedicó a su hijo y, es una remota referencia a la ética, con lo que nos damos cuenta que el uso de la palabra data de muchos siglos atrás.

Al mencionar a la palabra ética junto a la palabra profesional, ligamos la idea de que estamos hablando de lo que es bueno dentro de una profesión y que hay valores morales establecidos para cada profesión, los cuales, si no son observados a cabalidad, quien no los atienda estará en una posición contraria a la ética profesional.

Por ejemplo, si hablamos de negocios, la ética en negocios estudiará la naturaleza, el propósito, la función, la justificación de las reglas de la conducta correcta dentro del contexto del comercio, y esto será o podrá ser en el ámbito regional, estatal, nacional o internacional; quien no acate las normas establecidas, estará ante una acción no ética. Es decir, amoral y, en consecuencia, se hace merecedor a un castigo.

Así, tenemos que algunas teorías morales relativas a la ética de los negocios nos dicen:

• Teleología. Un acto se juzga correcto con base en su propensión para producir ciertas clases de consecuencias, las cuales se juzgan usando empíricamente la evidencia reunida.

• Deontología. Un acto se juzga correcto con base en la intención subjetiva del agente que comete el acto, independientemente de las consecuencias prospectivas (buenas o malas) del acto. Las intenciones del agente son motivadas generalmente por alguna norma moral universal.

• Relativismo. Todas las normas morales son relativas a la persona, el lugar, el tiempo y/o la cultura. No hay norma moral objetiva, inmutable y universal.

• Ética de la virtud. Es la opinión de que la base moral fundamental se encuentra en el carácter de la persona; más que las normas de conducta preestablecidas a la que debe apegarse el individuo, la personalidad de éste es la determinante en su diario actuar y para ello es menester que él se cultive para que por hábito y naturaleza tenga una predisposición para comportarse de un modo correcto desde el punto de vista moral.

“No os preocupe si por vuestras obras [os conocen] —es el buen olor de Cristo—. Además, trabajando siempre exclusivamente por Él, alegraos de que se cumplan aquellas palabras de la Escritura: Que vean vuestra obras buenas y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Nos dice San José María Escrivá en su libro Camino.

El pensamiento antes citado, es una demostración de que las normas morales que a lo largo de la historia del mundo los hombres van dictando, tienden hacia una conducta propia, buena, siempre buscando el dar, el entregarse a los demás, el pensar por el porvenir del prójimo, sin dejar de pensar en el de uno mismo, y así, tener una vida llena de paz, amor y dicha. Hacer esto sería llegar al placer más grande del mundo: la satisfacción personal del haber actuado bien, es decir, apegado a la ética.

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